A lo largo de nuestra vida, hemos guardado secretos. Algunos bienintencionados, como no querer arruinar una sorpresa destinada a alguien especial, y otros no tanto, como no informarle a nuestros padres sobre nuestras malas calificaciones en el colegio.
A menudo, los secretos se consideran infantiles o inmaduros, y podemos creer que ya no los tenemos en nuestra vida, que vivimos una vida sin secretos. Sin embargo, la Real Academia Española define un secreto como algo "separado a la vista o del conocimiento de los demás". Esto significa que nuestra vida está rodeada de secretos, ya que constantemente separamos algunas cosas de la vista de ciertas personas, incluso nuestros sentimientos. Por lo tanto, está bien tener secretos, siempre y cuándo sean bienintencionados y en función de un objetivo mayor.
En mi camino cómo emprendedor, he tenido un millón de ideas, muchas malas y algunas muy buenas. Este camino es complejo porque uno debe aprender cosas nuevas e innovar constantemente, mientras trabaja incansablemente. El problema es que, mientras hacemos estos malabares, siempre hay bolas que se caen al suelo, provocando nuestra frustración y perdida de fe en nosotros mismos.
Por ello, es de esperar que más de la mitad de las personas que deciden emprender, después de algún tiempo, vuelvan a ser empleadas. Muchos de ellos pierden la confianza por una variedad de razones, haciendo que la ardua carrera del emprendimiento se vuelva insostenible. Por eso es de vital importancia encontrar una forma de mantener el fuego encendido para continuar en el camino.
No Necesitas Compartirlo Todo
Un error común que cometí al principio fue ser un libro abierto con las ideas que tenía para mi negocio o para mi vida en general. No me daba cuenta de que compartir estas ideas se estaba convirtiendo en un hábito difícil de erradicar, que luego me costaría caro. Lo que convirtió esto en un problema fue que empecé a tratar a estos oyentes/consejeros como si fueran un grupo de expertos en el tema, cuando en realidad eran simplemente personas que daban opiniones basadas en el sentido común. A veces me daban consejos, otras veces solo me escuchaban, pero un simple gesto en su cara podía ser suficiente para destrozar mi idea, ya que mi confianza en mí mismo estaba en niveles muy bajos.
Y cuanto más se practica este hábito, más inmadura es la idea que compartimos con ellos porque queremos saber (como si fueran videntes) si vamos por el camino correcto o no. Esta frustración termina limitándonos y sofocando la creatividad que alguna vez tuvimos. Ahora bien, podrías pensar "Yo le cuento todo a mi pareja" porque te ha dado buenos consejos en el pasado. Y eso está genial. Sin embargo, podrías hacerle un favor a ella y, sobre todo, a ti mismo, compartiendo tus ideas cuando estén un poco más desarrolladas.

Como en todo en la vida, se requiere tiempo para cultivar cualquier cosa, desde una planta hasta un proyecto. El dinero no es el factor determinante; siempre es el tiempo. Podría construirse un rascacielos si todas las personas involucradas en su construcción y en la extracción de materiales donaran su tiempo completamente gratis. Por eso, es importante darle tiempo a tus ideas, ya que es el combustible inicial que deben recibir para crecer. Tus "semillas" primero necesitan germinar bajo tierra para luego crecer y ver la luz del sol. Si expones las semillas a la luz del sol, observarás que se secan y nunca florecen. Tus ideas, cuando son nuevas, son como estas semillas y debes evitar exponerlas tan pronto porque se secarán. Aquí es donde entra en juego el valor de guardar secretos.
Cultivando Ideas: Una Guía Práctica
Ahora vamos a explorar cómo cultivar adecuadamente estas ideas para obtener resultados productivos. A lo largo de los años, he descubierto que las ideas que implementé correctamente y tuvieron éxito, siguieron este ciclo:
- Existe una necesidad muy fuerte, ya sea personal o no. Tienes un interés muy fuerte por cambiar algo, tu situación financiera, tu profesión, etc. O un interés masivo por cambiar la situación de una persona o la de muchas, o de solucionar cierto problema que hasta ahora no ha sido resulto. Pero surge un fuego que necesita ser apagado, y el único con el balde de agua eres tú.
- Una puesta en marcha inmediata. Casi sin pensarlo saltas a ese proyecto en tu tiempo libre o incluso apartas todo lo que tienes para hacer con tal de ponerte en marcha ya mismo. Haces lo que puedes con lo que tienes. Si nace la idea de un proyecto, creas el logotipo en la aplicación que sea y escribes el brief del negocio en una nota. Al otro día compras un dominio y creas un sitio web básico en el primer servicio de creación de páginas online que encuentres. Necesitas verlo materializado cuanto antes, sino el fuego se extenderá.
- Comienza la producción. Nadie creerá en tu idea si aún no sabes cómo producir esta idea. Por ejemplo en el caso de un producto, necesitas saber la complejidad de crear ese producto, ¿puedes construirlo tú? ¿tienes que contratar a alguien? ¿se puede hacer a pedido? ¿puedes comprárselo a otra persona y ponerle tu marca?, entre muchas preguntas. Si es algo que puedes hacer tú mismo, construyes tus primeros 3 productos y con eso cumples esta etapa. Sin darte cuenta estarás realizando un MVP (Producto Mínimo Viable).
- Externalizas la idea a tus clientes potenciales. Si los resultados que has obtenido te completan y alcanzan tu umbral de excelencia entonces comienza a propagar la idea con tus posibles clientes. Haz una publicidad en Google Ads o Facebook Ads, compártelo en las redes sociales de tu nueva marca, etc. En esta etapa tu intención es ver el interés de la gente, no tanto las ventas que logres. Quieres ver si llegan consultas o si la gente dice algo sobre tu proyecto. Al fin y al cabo ellos son quienes te comprarán el producto, por ende sus comentarios sí importan.
- Comienza a compartir la idea con tus allegados. Recién en esta instancia compartes la idea que tienes con las personas a tu alrededor. Si tienen algún comentario despectivo que hacer, la realidad es que el negocio o la idea ya está montado y a no ser que sea algo realmente cierto e impactante para ti, no darás la vuelta atrás. Además en este punto ya tienes experiencia para poder refutar esos comentarios negativos, lo mismo para los comentarios excedentes de entusiasmo. Porque estos también son peligrosos al principio, ya que te ponen kilos de expectativas en tu espalda que son difíciles de soportar con la inexperiencia que tienes.
Quizás te estés preguntando qué hacer si tienes una pareja, un amigo o un socio a quien siempre le cuentas tus ideas o pensamientos. Mi consejo es que lo hagas en la etapa de producción, preferiblemente al final de esta etapa. En base a mi experiencia, siempre que muestro una idea con mis tres productos finalizados, suelen entender el proyecto en su totalidad y, lo que es más importante, no intervienen en mi proceso productivo ya que sus comentarios tienen tanto peso que pueden afectar mis resultados.
Sin embargo, esto no se limita solo a las ideas de negocios o productos. Esto puede aplicarse a cualquier aspecto de nuestra vida. Por ejemplo, si planeas cambiar de hogar, ya sea comprando o alquilando, el proceso sería el mismo. La "producción" implicaría buscar y visitar viviendas. "Externalizar la idea" supondría solicitar un préstamo o garantía de alquiler a un banco. Sólo después de esto, compartirías con tus allegados tu intención de mudarte, sabiendo ya el tipo de vivienda a la que puedes acceder, la oferta inmobiliaria existente, y la posibilidad de obtener la financiación o garantía necesaria. De esta forma, evitarás discutir incertidumbres y desilusionarte ante el primer obstáculo que se atraviece.